La intervención comenzó con la educación de la familia, proporcionándoles conocimientos sobre el comportamiento canino y la reactividad, enseñándoles la importancia de una comunicación clara y consistente con Nala, y cómo utilizar el refuerzo positivo para incentivar comportamientos deseables. A continuación, trabajé en la modificación del comportamiento de Nala mediante técnicas de desensibilización y contra-condicionamiento, reforzando comandos básicos de obediencia y enseñándole a redirigir su atención hacia el dueño en lugar del estímulo desencadenante.
Para manejar las situaciones desencadenantes, mantuvimos una distancia segura al principio e introdujimos gradualmente estos desencadenantes en un entorno controlado. Utilicé herramientas de manejo adecuadas, como arnés anti-tirones, para mejorar el control. Programé sesiones de revisión semanales para evaluar el progreso y ajustar el plan de intervención según fuera necesario, ofreciendo apoyo continuo a la familia a través de consultas telefónicas o videollamadas.
El objetivo a corto plazo fue reducir la intensidad de la reactividad de Nala, mejorar la capacidad de la familia para manejar estas situaciones y aumentar la obediencia básica de Nala. A largo plazo, una disminución significativa o eliminación de los comportamientos reactivos, un fortalecimiento del vínculo entre Nala y la familia y una mejora general en la calidad de vida de Nala y la convivencia en el hogar. Gracias al compromiso y la consistencia en el entrenamiento por parte de la familia, y a la educación y colaboración activa, logramos un cambio comportamental significativo en un corto período de tiempo. Nala ahora muestra una notable mejora en su comportamiento, respondiendo de manera más calmada y controlada en situaciones que anteriormente desencadenaban su reactividad, lo que ha fortalecido el vínculo familiar y mejorado significativamente su calidad de vida.